lunes, 10 de septiembre de 2007

"Soplo fantasmal"



Una brisa vuela mi cabello, se roba mis ideas y me ofrece una fuerte peste que se va transformando hasta convertirse en un aceitoso pescado frito. Es la descortés bienvenida que me ofrece la fantasmal caleta Riquelme en este día de otoño gris como cenizas. El cielo estaba de luto y el mar era el único espejo en el que el viento podía ver su reflejo.












La ensenada hospedaba a decenas de botes viejos que se mecían en el agua haciendo sollozar sutilmente sus esqueletos. Uno de ellos yacía a vista y paciencia de espectador. En embarcaciones más grandes se podían ver vestigios de banderas que alguna vez flamearon radiantes y bellas, y hoy no son más que gastados géneros que parecen mecerse con tristeza y soledad.












Un bote pasa frente a mis ojos. Curiosa seguí su recorrido con mis pupilas encendidas. La pequeña embarcación se movía rápida y escandalosamente, dejando en las aguas una huella recta como una línea trazada con una regla. En su interior dos hombres vestidos con trajes semejantes a la piel de un lobo de mar. La distancia no me permitió averiguar qué llevaban en el interior, seguramente era la mercancía, pero no pude atribuir el por qué de sus trajes.












Los lobos reposaban en las orillas del mar, como lo han hecho durante cientos de años, pero evidentemente ahora en menor cantidad. Dejé volar mi imaginación: Todo ahí parecía ser de una época anterior. Por momentos creí haber realizado un viaje al pasado, y es que hasta los pelícanos simulaban pertenecer a la prehistoria.












Los gritos de los pescadores me hacen volver abruptamente a la realidad; y es que ya debo despedirme de la frialdad de la caleta para dejar que ambos convivan un día más.